El ser humano es un ser de deseos, que busca cambiar, ascender y mejorarse a sí mismo y a su entorno. Aunque desea tener estabilidad, vive un permanente contrasentido pues en su interior se enfrenta al deseo de permanecer estable y en equilibrio, y por otro lado, posee dos impulsores poderosos, que son la ambición y la curiosidad.
Así como tenemos deseos, detrás de cada deseo hay un temor y al lado de cada posibilidad de logro existe también la posibilidad de un fracaso. Y es justamente, esa situación de dificultad o impedimento de éxito, la que genera en nosotros, como tendencia, un estado que denominamos frustración. Así, la frustración es, conceptualmente, el estado interior experimentado por la persona que viendo limitado su accionar o impedido su logro, se resiste a aceptarlo y sufre.
Como vemos, hay en esta definición, una clara tendencia cognitivista, pues se destacan tres aspectos:
1- Un deseo o meta que se pretende alcanzar.
2- Un impedimento de la acción o una imposibilidad temporal de logro.
3- Una evaluación mental culposa o acusatoria.
A veces la frustración aparece cuando no logramos lo que deseamos, como salir reprobados en un examen; o cuando podemos lograr varias metas pero la circunstancia demanda renunciar a una o varias de ellas, como cuando es posible tener dos parejas pero la ética personal o la moral social imponen una decisión excluyente; también cuando la evaluación de los riesgos nos sugiere posponer la acción, como cuando deseamos decir una verdad al jefe, pero el riesgo de perder el trabajo imponen moderación y prudencia. Asimismo, cuando ganamos una cosa y perdemos otra, al mismo tiempo, como cuando un divorcio resuelve un conflicto y nos alivia, pero nos enfrenta a la soledad y a un recomenzar.
La frustración puede generar en nosotros diversos estados:
- Parálisis
- Tristeza
- Rabia
Si partimos de la visión cognitivista acuñada por Epícteto hace 2.500 años, retomada hace unas 5 décadas por Ellis y Beck, de que son las interpretaciones y no los eventos los que nos afectan y perturban, puede afirmarse que está en nuestras manos evitar o superar la frustración.
No todos valoran ciertos resultados de al misma manera. Lo que puede derrumbar a unos, puede no molestar a otros. Ese factor, esa capacidad de resistencia a eventos de apariencia adversa, ha sido catalogado recientemente como “resiliencia.”. en cada persona, los niveles de resiliencia son variables, pues como dice el slogan de una marca de refrescos: “la vida es como te la tomas”.
Entonces que es lo que nos frustra?
Apoyados en Lazarus, diremos que tendemos a ver como frustrantes, los eventos que afectan nuestros objetivos, si nos lesiona de manera personal o si nuestra autoestima y se ve malograda o golpeados nuestros valores. También, si nos sentimos responsables o culpables de los resultados negativos y si carecemos de poder para modificar los eventos. Finalmente, si el pronóstico de la situación actual de cara al futuro, a futuro es negativo.
En ocasiones los factores bloqueadores vienen de afuera y o no tenemos responsabilidad directa o no la percibimos. En estos casos, las personas de ideología religiosa tiende a manejarse mejor al adjudicar a fuerzas sabias y poderosas lo que ha acontecido. La visión de que se trata de un karma mortifica a algunas y resigna a otros. De nuevo, resulta claro que todo es cuestión de lente, de ángulo, de visión. Tengo una amiga, que de visita por la India, fue vapuleada por un elefante. Su explicación al evento, fue que Dios la estaba limpiando de sus karmas y con la dislocación de su hombro ya había pagado sus deudas. Además del miedo momentáneo, me contó que no hubo lágrimas, ni lamentos, pues fue “un favor que le hicieron”.
¿Qué hacer para prevenir o superar la frustración?
Algunas recomendaciones que estimo efectivas para prevenir o superar la tendencia a sentirnos frustrados, son:
1- Obtenga mayor información antes de tomar decisiones o actuar en algo importante que pueda tener consecuencias de peso.
2- Tenga un plan B por si acaso su deseo no se cumple como lo esperaba.
3- Desarrolle una visión sistémica, y no analice las situaciones de manera simple o lineal. Esfuércese por ver todos los elementos implicados.
4- Reduzca sus expectativas acerca de la actuación de otros, incluyendo pareja, amigos o parientes. Si espera menos sufrirá menos.
5- Acostúmbrese a aceptar resultados adversos, pues muchas veces lo que sucede termina siendo mejor que lo que deseábamos que sucediera.
6- Detecte posible patrones autosaboteadores en su comportamiento y deshágase de ellos desplegando conductas nuevas y más sensatas y adecuadas.
7- Póngase objetivos realistas, y se evitará desengaños.
8- Realice planes de acción. No actúe de manera impulsiva n por consejos de otros que desconocen sus necesidades y potencialidades verdaderas.
9- Dispóngase a aprender de sus errores, con la humildad que pueda.
10- Tenga intereses variados. No se quede encerrado en “una sola calle”.
11- Recuerde que toda valoración es relativa. Usted da el significado.
12- Recuerde que todo es impermanente y transitorio. Un poco de desapego no le hará mal.
No pretendo con estas sugerencias, cambiar su manera de vivir, sino abrir un espacio para nuevas formas de andar la senda. Sé bien que en un mundo como el nuestro, abarrotado de publicidad, competitividad y valores consumistas, es casi imposible renunciar al deseo. Aunque creo que así como un beisbolista acepta como parte del juego la posibilidad de cometer un error o perder un juego, puede usted reducir o superar la sobre exigencia, el perfeccionismo o la necesidad de aparentar o de complacer a la sociedad y acostumbrarse gradualmente a tomar por normal el error y el fracaso eventual, y codificarlos como vivencias de valor, como parte de un valioso entrenamiento y no como una desgracia sin solución.
Conviene recordar que quienes toman las mejores decisiones, son aquellos que ya tienen cierta experiencia. Siga estos consejos y sus niveles de frustración descenderán y podrá vivir mejor y, paradójicamente, lograr más de lo que logra ahora. Gracias por leerme.
Lic. Renny Yagosesky
Comunicador Social
Asesor Orientador
Escritor
Conferencista
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